A finales de los 90 la industria juguetera hizo una de sus mayores apuestas, sacando a los Furbys, unos juguetes animatrónicos que llevaron la idea del tamagochi a otro nivel. Tras el debut, que se tradujo en 1.8 millones de unidades vendidas, tan solo en la Navidad del primer año, estos adorables muñecos dieron lugar … Leer más
A finales de los 90 la industria juguetera hizo una de sus mayores apuestas, sacando a los Furbys, unos juguetes animatrónicos que llevaron la idea del tamagochi a otro nivel. Tras el debut, que se tradujo en 1.8 millones de unidades vendidas, tan solo en la Navidad del primer año, estos adorables muñecos dieron lugar a un arrasador éxito, pero también a algunas leyendas urbanas.
Para ser precisos, los Furbys aparecieron en 1998. Los principales hombres detrás de este producto son los desarrolladores, Dave Hampton y Caleb Chung. Valiéndose de las tecnologías que empezaban a despuntar, ambos tenían la ambiciosa idea de crear al juguete interactivo más importante del momento.
Luego de nueve meses de idear el concepto, los creativos se acercaron a Richard C. Levy, una de las figuras más reconocidas dentro de la invención de juguetes. La exposición del prototipo bastó para enamorar al inventor que, sin más, llevó el trabajo de Dave y Caleb a Tiger Electronics. La compañía, seducida también por la atractiva propuesta, compró los derechos del producto y emprendió la fabricación.
Lo que sigue es una historia de la cual, muy probablemente, formaste parte. Los Furbys tuvieron una recepción extraordinaria entre los niños y niñas de finales de los 90 y principios de los 2000. Más de 40 millones de estos juguetes fueron vendidos en los primeros dos años.
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A pesar de todo, los Furbys tenían algunas funciones peculiares que fueron vistas como un peligro en ciertos espacios. Por ejemplo, corrió el rumor de que podían repetir todo lo que escuchaban. El asunto no tardo en fortalecerse a través de anécdotas de consumidores que empezaron a ver con otros ojos al controvertido juguete.
El que seguramente es el escándalo más sonado sobre los Furbys involucra a la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés). Resulta que varios trabajadores de esta entidad llevaban a la oficina los muñecos, hecho que alarmó a los directivos, pues creyeron que el juguete, con micrófono integrado, podría reproducir conversaciones confidenciales.
Fue tanto el ruido de esa noticia que Tiger Electronics se vio en la necesidad de hacer un comunicado oficial donde aclaraba que los Furbys, pese a su capacidad de emitir ciertas frases, no tenían la posibilidad de realizar las actividades por las cuales se les acusaban.
Bajo este rumor de que los Furbys estaban completamente facultados para repetir lo que escuchaban, otras leyendas surgieron. En ese sentido, una de las más difundidas decía que estos animatrónicos peludos registraban, especialmente, groserías. Desde luego, ello causó enojo en familias que vieron una amenaza para la correcta instrucción de los más pequeños.
Algunas leyendas urbanas van un poco más lejos. Hay quienes aseguraban que los Furbys eran elaborados con pieles de gatos y perros callejeros. A ello añadamos que usuarios de internet reportaron que, aun cuando apagaban a sus Furbys, estos se encendían solos y decían frases inquietantes.
Por si fuera poco, el parecido que estos juguetes guardan con las criaturas homónimas a la película “Gremlins” tampoco resultó alentador para los detractores. A la fecha, los Furbys ya no cuentan con la popularidad que alguna vez tuvieron, aunque siguen existiendo. Con todo y lo dicho, hay coleccionistas dispuestos a pagar miles de pesos por algunos modelos.
¿Qué opinas de todo esto? ¿Tuviste un Furby? ¿Guardas alguna anécdota similar?