Netflix acaba de estrenar la película Pedro Páramo, basada en la obra de Juan Rulfo. Esta historia transcurre en un sitio mágico llamado Comala, que se ha vuelto uno de los lugares más emblemáticos de la literatura mexicana. Pero ¿dónde su ubica exactamente este pueblo y qué hay en él? Comala existe y su ubicación … Leer más
¿Dónde está Comala, pueblo de la película ‘Pedro Páramo’ de Netflix?
Netflix acaba de estrenar la película Pedro Páramo, basada en la obra de Juan Rulfo. Esta historia transcurre en un sitio mágico llamado Comala, que se ha vuelto uno de los lugares más emblemáticos de la literatura mexicana. Pero ¿dónde su ubica exactamente este pueblo y qué hay en él?
Comala existe y su ubicación exacta es en Colima, según información del Gobierno de México, a pesar de que otras fuentes lo sitúan en Jalisco o Oaxaca. El lugar en el que se sitúa la novela de fantasmas de Rulfo es catalogado como pueblo mágico y en su plaza principal hay una estatua dedicada al autor en una de las bancas del parque.
Según información oficial, Comala se encuentra a tan solo 8 kilómetros de la capital del estado, Colima. En este destino hay diversos atractivos turísticos como la Plaza principal donde se encuentra la escultura de Juan Rulfo.
También está la histórica Parroquia de San Miguel Arcángel, Museo Universitario Alejandro Rangel Hidalgo, Hacienda de San Antonio, Laguna de Carrizalillos o Suchitlán, un lugar de observación del Volcán de Colima.
A continuación te mostramos algunos fragmentos de la novela Pedro Páramo donde se describe cómo es Comala…
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de otro modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte.» Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas”.
“Al recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras, irisaba todo de colores, se bebía el agua de la tierra, jugaba con el aire dándole brillo a las hojas con que jugaba el aire”.
“Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran cerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y voces ya desgastadas por el uso. Todo eso oyes. Pienso que llegará el día en que estos sonidos se apaguen”.
“En cuanto oscurece comienzan a salir. Y a nadie le gusta verlas. Son tantas, y nosotros tan poquitos, que ya ni la lucha le hacemos para rezar porque salgan de sus penas. No ajustarían nuestras oraciones para todos. Si acaso les tocaría un pedazo de padrenuestro. Y eso no les puede servir de nada. Luego están nuestros pecados de por medio. Ninguno de los que todavía vivimos está en gracia de Dios. Nadie podrá alzar sus ojos al cielo sin sentirlos sucios de vergüenza. Y la vergüenza no cura”.
“El cielo estaba lleno de estrellas, gordas, hinchadas de tanta noche. La luna había salido un rato y luego se había ido. Era una de esas lunas tristes que nadie mira, a las que nadie hace caso. Estuvo un rato allí desfigurada, sin dar ninguna luz, y después fue a esconderse detrás de los cerros”.