Hay películas que el tiempo les da su justo reconocimiento. Algo así ocurre con Matando cabos, que este año cumple su vigésimo aniversario de vida. Esta producción estrenada en 2004 tiene una historia curiosa más allá de su trama principal que alimenta la lista de anécdotas de una cinta que hoy podemos decir que es … Leer más
Hay películas que el tiempo les da su justo reconocimiento. Algo así ocurre con Matando cabos, que este año cumple su vigésimo aniversario de vida. Esta producción estrenada en 2004 tiene una historia curiosa más allá de su trama principal que alimenta la lista de anécdotas de una cinta que hoy podemos decir que es un clásico del cine mexicano. Revisemos todo lo que hay detrás de Matando cabos.
La película nos cuenta la historia de dos hombres, “Jaque” (Tony Dalton) y “Mudo” (Kristoff Raczynski), que se ven envueltos en una noche de secuestros fallidos, contando con la ayuda de un viejo luchador (Joaquín Cosío) y su guardaespaldas, Silverio Palacios.
Matando cabos es una película que estuvo a punto de no hacerse. La producción visitó a más de una veintena de productores, quienes no tuvieron fe en el proyecto. Fue hasta que el guion llegó a manos de los hermanos Rovzar, que Matando cabos por fin pudo ver la luz. Gracias a esta producción, se creó el sello Lemon Films, que fue la que produjo y distribuyó la cinta.
Sin embargo, a pocos días de arrancar el rodaje, a mediados de 2003, el productor Billy Rovzar sabía que no había dinero en la cuenta bancaria. Rovzar tenía entonces 26 años y se encontraba en el mismo cuarto donde el elenco encabezado por Ana Claudia Talancón y Pedro Armendáriz, junto con los nóveles Tony Dalton y Kristoff, ensayaban la lectura de guion final.
“Un inversionista, al final, no entró y no podía decirlo porque me habrían renunciado los actores. Había una ventana de tres a cuatro semanas para conseguir lo que faltaba y comencé a moverme”, cuenta el cineasta a El Universal.
Con la ayuda de su hermano menor, el también productor Fernando Rovzar (de 23 años), logró sacar adelante el proyecto, mismo que se estrenó el 16 de julio de 2004 en 300 cines del país. Durante su segunda semana de exhibición la asistencia creció 25%, contrario a lo que ocurre normalmente con cualquier título, que es descender entre 20% y 40%, según Alejandro Ramírez, director de Cinépolis en entrevista con el medio ya citado.
El personaje de Mascarita, interpretado por Cosío, se volvió un ícono del cine nacional. Inolvidable es la secuencia de la volcadura de un auto en las gradas del Estadio Azteca, que compitió en los premios Taurus, otorgado a los stunts.
La película tuvo exhibición internacional, ya que pasó por Sundance, el certamen de cine independiente más importante del séptimo arte.
En aquellos años, en México todavía se vendían DVDS, el formato al que se iban las películas una vez que salían de los cines. Pues bien, Matando cabos logró vender más de 150 mil copias, algo que no muchas cintas conseguían en el mercado.
Algo que pocos saben es que una de las referencias o inspiraciones para la realización de la historia, a cargo de Tony Dalton y Kristoff Raczynski, fue la película After Hours, de Martin Scorsese. Esta película de comedia ocurre en una sola noche, al igual que los acontecimientos que vemos en Matando cabos.
Otra cinta que fue clave para la realización del concepto de Matando cabos, fue Go, dirigida por Doug Liman, una cinta de humor negro que entreteje de manera muy hábil diversas historias, como ocurre en la película que nos ocupa.
¿Recuerdas la escena en la que Jaque y Mudo están charlando en un baño? Pues bien, según el actor Kristoff Raczynski, la tomaron de la película Swordfish.
¿Ya viste Matando cabos? Cuéntanos qué opinas de esta película mexicana.